viernes, 22 de agosto de 2014

Objetivos de este blog

La lectura es una habilidad fundamental en la adquisición de información, previa a la aportación del pensamiento propio: piedra angular de la interacción humana, adquiere una importancia mayor en la sociedad de la información, en la que el poder se desplaza a los nodos de programmers y switchers de la red (Castells). Las transformaciones, sin embargo, se han sucedido rápidamente, amenazando la fluidez de la transmisión cultural de las generaciones mayores a las más jóvenes. Esto se da en el contexto familiar y cultural pero, sobre todo, en el contexto escolar, fuertemente desvinculado de las prácticas y modelos de transmisión cultural y adquisición de la información de aquellos a los que ha de educar (Martín Barbero en Lluch). Por lo tanto, la educación formal debe ser recontextualizada, de manera que sea representativa de su entorno y el espacio de preparación para la vida adulta que dejó de ser hace un tiempo. Las propuestas realizadas tienen esta recontextualización como premisa fundamental, en un intento de paliar la brecha entre la “alta cultura” gutenberguiana de la escuela y la “cultura popular”, mediática y digital, dominada por los jóvenes.
La competencia lectora, en este sentido, ha de ser redefinida para abarcar una nueva concepción del “texto”, que había sido fuertemente mediatizada por el soporte dominante y, por lo tanto, asociada directamente con la letra escrita. Nuevos dispositivos, formatos, géneros y discursos deben reflejar la variedad de contextos informacionales a los que la generación Y se enfrentará. Propongo también, la escisión de la concepción de la lectura en dos cuerpos muy diferenciados: de un lado, la lectura técnica, instrumental, funcional, está presente en los currículos de las materias en toda su variedad de manifectaciones; de otro lado, la lectura ejercida como acto subjetivo de individualidad, en la que entra en juego la identidad personal, los gustos y las querencias, debe habitar en un ecosistema informacional rico, diverso, funcional, que invite a la participación a través de la sociedad de la lectura. Las lecturas obligatorias, la evaluación estricta sobre lo leído, la obligatoriedad de realizar ejercicios sobre las lecturas... son hábitos docentes que fomentan plenamente el “odio por la lectura”, identificándose ésta como una práctica rígida, revestida de autoridad y jerarquías, en un soporte inamovible y polvoriento; el mundo digital, totalmente puesto a ella, se revelará como más estimulante y liberador para estos alumnos. Por lo tanto, es mi propuesta la de “desescolarizar” la lectura, dando espacio a la libertad individual de los lectores; si bien proporcionando un ecosistema informacional vivo y estrechamente relacionado con los contextos y patrones de adquisición de información de la generación Y, en el que la lectura se convierta en un hábito ligado a la realidad, práctico, estimulante y social. La conexión de nuestro ecosistema con el entorno sociocultural (geográfico y digital) y las familias será relevante a la hora de explotar la sociabilidad de la lectura como elemento motivador. Otra estrategia central en nuestro ecosistema, será la adecuada gestión tecnológica, preferentemente de una forma que nos permita tejer redes con otros agentes, y aprovechando todas las potencialidades que las TIC nos ofrecen para la recontextualización y motivación de la lectura, aprovechando tangencialmente las oportunidades de trabajar aspectos poco concretados curricularmente como la alfabetización digital, mediática y tecnológica.
Sumando estas reflexiones y valoraciones, he decidido aportar mi granito de transmedialiad, a través de la elaboración de un banco de recursos, herramientas y casos, que podrá ser utilizado por docentes y alumnos, especialmente, en esta búsqueda de la recontextualización de la educación formal, que permita el empoderamiento y la transmisión cultural relevante para la inquieta generación Y.

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